¿Son peligrosos los braseros de picón? Todos los riesgos de este tipo de calefacción

Los braseros de picón son sistemas tradicionales de calefacción alimentados por el tipo carbón vegetal de origen natural que les da nombre también llamado cisco.

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Debido a los altos precios que han alcanzado algunos suministros en las vivienda, algunas familias están explorando posibles vías para reducir el consumo en la factura de la luz. Así, se plantean comparativas entre distintos tipos de sistemas de calefacción (gas vs. electricidad) o, incluso, se exploran vías alternativas con las que conseguir calentar un piso sin recurrir al encendido de la calefacción. Hay, por otro lado, personas que han optado por recuperar mecanismos tradicionales para elevar la temperatura de una vivienda que, además de eficaces, son relativamente económicos; es el caso de los braseros de picón.

Qué es un brasero de picón

Los braseros de picón probablemente sean los sistemas de calefacción tradicional que más tiempo han pervivido a lo largo de diferentes generaciones. Su funcionamiento es relativamente sencillo: simplemente se debe prender una material que arde fácilmente, el picón, pero que se transforma en ascua, generándose, así, una fuente de calor constante que, progresivamente, aumenta la temperatura de la estancia en la que éste se encuentre.

Su morfología es muy sencilla. Normalmente están construidos en un material metálico, lo que permite que el calor se transmita más eficazmente, y suele tener una forma cóncava, para así, a modo de plato, contener las ascuas en su interior. Además, para proteger de posibles contactos con el material incandescente, una rejilla (una especie de cúpula alambrada) cubre el brasero superiormente; de esta forma, se puede seguir desprendiendo calor sin ningún tipo de barrera, pero se evita que, accidentalmente, puedan entrar en contacto con las ascuas otro tipo de materiales susceptibles de arder o, incluso, las personas o animales que habiten el hogar.

Respecto al combustible, el picón, se trata de un tipo de carbón vegetal tradicional, también llamado cisco, cuya elaboración era tan compleja como arriesgada. En esencia, es un material que arde con relativa facilidad pero que, debido a su densidad, mantiene el calor y, en consecuencia, aguanta en combustión bastante tiempo. En cuanto a su aspecto y origen, diremos que es una variedad de grano muy menudo, hecha de ramas de encina, jara o pino.

¿Son peligrosos?

Evidentemente, se trata de sistemas tradicionales y, aunque no cabe duda de que posiblemente sean de los más eficaces y económicos, también implican más riesgos que los modernos sistemas de calefacción por agua por ejemplo.

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El principal problema radica en el hecho de que se trata de aparatos de combustión controlada únicamente por medios humanos. Es decir, tanto el encendido como el mantenimiento en funcionamiento de un brasero de picón debe ser gestionado exclusivamente por los usuarios, ya que no existen posibles automatizaciones que sí están presentes por ejemplo, en el resto de sistemas de climatización de una vivienda (gas, electricidad, gasoil, pellet…).

Por lo tanto, no parece el tipo más adecuado a utilizar en viviendas en las que pueda haber animales libres o niños pequeños, ya que estos son de comportamientos más impredecibles y no se puede tener la certeza absoluta de que no vayan a entrar en contacto con el brasero encendido.

Del mismo modo, son sistemas que, debido a funcionar por combustión, pero no disponer de canalizaciones de humo (como sí ocurre con las chimeneas, por ejemplo) necesitan ser utilizados en estancias siempre adecuadamente ventiladas (bien mediante rejillas o bien abriendo ventanas), que puedan garantizar que no se produzca acumulación de gases tóxicos generados durante la combustión.

Qué pasa si tienes un brasero en casa: cómo usarlo con seguridad

Pese a las advertencias antes mencionadas, usar un brasero de picón en casa es seguro siempre que se sigan una serie de medidas de precaución:

  • Es esencial situarlo en un lugar central de la habitación. A diferencia de las chimeneas y los radiadores, lo más inteligente es colocar el brasero en el un lugar apartado de paredes, muebles y elementos que puedan arder con facilidad en contacto con las brasas. Del mismo modo, no debe haber productos que puedan entrar en combustión por altas temperaturas o que sean inflamables. Eso quiere decir que, bajo ningún concepto, en las inmediaciones deben haber productos de limpieza, botes de espray (desodorantes, por ejemplo) o determinados elementos de un botiquín (alcohol). Esto, obviamente, es algo que hay que tener en toda vivienda, pero, si cabe, aún más en las de alquiler, ya que de producirse un incendio habría que dilucidar quién debe asumir los gastos.
  • Tampoco se debe cubrir. Como hemos dicho, carece de canalizaciones de salida de humo y, sin embargo, algunos de los gases producidos pueden tener una toxicidad alta (los derivados de la combustión de resinas, por ejemplo). Por tanto, es esencial que los gases se liberen libremente y no se concentren.
  • Debe asegurarse la ventilación de la sala. Es cierto que esto puede parecer contraproducente: si se quiere calentar una estancia, abrir las ventanas juega en su contra. Sin embargo, insistimos, los gases de la combustión deben no acumularse y, para ello, es necesario que exista un ciclo de renovación interna. Debemos recordar que un brasero de picón es un sistema de calefacción por proximidad, por lo que sólo se debe buscar calor en sus inmediaciones. Del mismo modo, siempre se pueden instalar rejillas de ventilación (como las que son obligadas en cocinas) que garantizan la renovación de aire sin necesidad de abrir ventanas.
  • Usar un picón de calidad. Evitando que presente sustancias añadidas cuya combustión no sea controlada. Para ello, el carbón debe ser lo mas puro posible y no incluir ramas verdes, restos de hojas o tierra.
  • Usar un buen material para iniciar la combustión. Suelen recomendarse los envases de huevos o cartones, pero, ojo, estos deben no tener presentes materiales plásticos en su naturaleza; de lo contrario, los gases pueden ser moderadamente tóxicos. También pueden emplearse pastillas de encendido y, bajo ningún concepto, combustibles líquidos específicamente prescritos para exteriores.
  • Utilizar el brasero sólo en presencia de personas que lo puedan controlar. Eso excluya dejarlo encendido cuando no se está en casa o mientras se duerme.
  • Dejar que se apague por extinción. No conviene echar agua al brasero, ya que la cantidad de humo que se generaría sería enorme; ni siquiera es aconsejable hacerlo en exteriores. Tampoco se debe cubrir con mantas, ya que las ascuas están a tan alta temperatura que podrían quemarlas. Lo ideal es dejar que las ascuas se consuman por sí mismas o, en todo caso, apagarlas echando arena sobre ellas.
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